La educación escolarizada tiene un diseño único para todos los niños y niñas, un plan de contenidos que debe ser cubierto en unos plazos específicos, sin tener en cuenta si a esos niños les interesa o no el tema que se les está presentando. Esa es, sin duda, una de las grandes fallas del sistema, ignorar los intereses de los estudiantes. El problema de esto es que sin interés no hay aprendizaje real; los maestros pueden aplicar muchas técnicas, pero lo máximo que lograrán será que sus estudiantes memoricen lo necesario para responder un examen y luego, en un corto tiempo, todo eso será olvidado. Es lo que nos ha pasado a quienes ahora somos adultos con muchas de las cosas que, se supone, aprendimos en los 12 años que duró nuestro paso por el colegio. Evidentemente atender los intereses de los niños y jóvenes no es algo que funcione, en términos logísticos, dentro de un aula de clase, en la que un único maestro está al frente de muchos alumnos.
Por otro lado, la educación en casa nos permite entender y construir los procesos de aprendizaje partiendo de los intereses de los niños y jóvenes. No somos los adultos los que decidimos qué “enseñar”, son nuestros hijos quienes nos muestran lo que desean aprender y nosotros como adultos asumimos el rol de facilitadores. Nuestra tarea es estar muy atentos, escuchar a nuestros hijos, tomar nota de sus preguntas, observarlos en sus actividades del día a día, indagar el tipo de contenido que les está llamando la atención cuando navegan por internet, cuáles libros quieren leer al visitar la biblioteca o una librería, cuál es el tema central de sus juegos. Algunos niños nos lo dejan saber muy fácilmente, con otros puede requerir un poco más de paciencia y de asumir nosotros un rol de “investigadores”. También debemos buscar los recursos que puedan satisfacer el deseo de aprendizaje, libros, cursos, personas, lugares, experiencias. Y con esos recursos construir nuestro propio “modelo educativo” a la medida de cada uno de nuestros hijos.
Aprender sobre estilos de aprendizaje, inteligencias múltiples, formas de recibir y procesar la información, puede ser de mucha utilidad para ajustarnos de una mejor manera a la forma de ser, pensar y aprender de nuestros hijos e hijas. Así sabremos si es más efectivo mostrarle libros o documentales, aprender en movimiento o sentados, dentro de casa o visitando lugares, etc.
Conocer los intereses de los niños también puede ser muy útil a la hora de ayudarles a darle sentido a ciertos aprendizajes que para nosotros es importante que adquieran pero ellos no parecen muy entusiastas o tal vez no le ven la pertinencia. Relacionar ese aprendizaje con sus intereses puede ayudar a lograr el objetivo que nosotros hemos planteado.
La invitación es a prestar atención a lo que los chicos manifiestan querer aprender y utilizarlo a favor del proceso educativo. Así se lograrán aprendizajes significativos.